lunes, 21 de noviembre de 2011

EL DEBATE SIGUE (El Megaproyecto Radar)

En las recientes Conferencias del Cajón del Maipo también se comentaron varios proyectos de investigación realizados en Chile, en la imperiosa búsqueda de las tan anheladas evidencias de OVNIs.
En efecto, por enésima vez escuche hablar del famoso “Proyecto Radar”. Menciono la palabra enésima, porque he perdido la cuenta, de cuantas son las oportunidades que he escuchado indicar este famoso proyecto, cuyos patrocinadores son la agrupación AION en Chile, a través de su presidente y representante, mi amigo Rodrigo Fuenzalida, al cual lo nombro así, porque nos articula una amistad de varios años y en ese sentido no existen problemas de índole personal, por el contrario, amenamente se encuentra espontáneo a discutir estos temas y el ejemplo más reciente, lo brindamos en diversas controversias concedidas al aire por el programa Neuroufo (Neuronafm.com), el año pasado.
Pues bien, siempre he sido un detractor del Proyecto Radar, no por su idea inicial que la encuentro muy interesante y positiva, sino por el contrario, por su falta de contenido en el desarrollo de este, el cual con el correr de los años se ha transformado en una verdadera quimera que propugna con suntuosidad, la idea de que permanentemente en Chile, algunos ufólogos están investigando.
Esta detracción a Radar, es única y exclusivamente por su inexistente estructura formal, ya que un trabajo a largo plazo, como es anunciado en las exposiciones, debe por obligación tener una conformación en la cual se sostenga su propósito y pueda llevar con propiedad la denominación de proyecto.
Diferente es el proyecto creado por Marcelo Moya, titulado en la página Web de AION “Proyecto de Observación de los cielos”, el cual delinea, aunque muy someramente, un marco teórico y se entiende su condición de intermitente, debido a que requiere de observadores en línea comunicados en forma coordinada y apoyados por páginas Web de información astronómica. En efecto, este proyecto además posee un formato de informe o reporte para ser llenado por sus participantes, una vez culminadas las vigilias. Pero lamentablemente Radar, no posee ni el más mínimo documento donde se reflejen las premisas más elementales de lo que significa ejecutar un proyecto de investigación.
Para mencionar lagunas muy someramente, Radar no posee una fundamentación que contenga el tiempo estimado de la investigación (sin importar cuanto) y precisamente ese punto llama la atención, ya que antes del año 1997 que se comenta y se difunde con el nombre de proyecto. Si hasta las luces (para algunos focos) de la Bailona forman parte de Radar.
Por otro lado, no posee una descripción del mismo, es decir, se menciona en cada conferencia entregada por AION, pero aún no se profundiza verdaderamente qué es Radar. Escuché que pretendía registrar OVNIs, pero no se sabe cuál es su objetivo principal y para qué analizar si tiene objetivos secundarios. Tampoco tiene una pregunta directriz general y por ende, menos las preguntas directrices específicas. Es decir, no se sabe en estricto rigor cuál es la intención final de esta informal investigación.
Carece de un marco teórico conceptual y de antecedentes. Quizás la insuficiencia más delicada, ya que todo proyecto debe contener a lo menos un marco teórico que fundamente su razón de ser y de esa manera justifique el trabajo de indagación al cual apuntan sus participantes. Además no tiene una metodología o procedimientos metodológicos para su ejecución, considerando que cada uno de los videos que llegan a manos de AION es incluido en este proyecto, es decir abarca todo, sin estructurar una indagación prolija ni consensuada. No posee una clasificación tentativa y para que decir de alguna bibliografía o apoyo externo para su ejecución.
En resumen, desde la visión formal de estructuración de un proyecto, no posee ni el más sencillo bosquejo desarrollado escrito, ni un desventurado, humilde ni solitario papel, por último una planilla electrónica o documento digitalizado. Nada de nada.
En estricto rigor, el exhibir videos, testimonios y fotografías de supuestos OVNIs de manera desreglamentada y sin siquiera una clasificación para su posterior examen, es decir, no existe una base de datos establecida que cronológicamente posea la totalidad del material analizado y expuesto en las decenas de conferencias donde se mencionan, es sinónimo de que estamos frente a una muestra aleatoria de “evidencias” que son agrupadas imaginativamente en tipologías, las cuales sencillamente ni siquiera podrían ostentar el nombre de Proyecto.
Si sumamos que se le asocia, la interesante labor de establecer cámaras de vigilancia electrónicas esporádicas, conectadas en línea y con diversos filtros para registrar algo no identificado, déjenme recordarles por favor, que cada uno de los aeropuertos de este país poseen cámaras de meteorológicas activadas las 24 horas del día y esa operación no posee el nombre de proyecto.
Por consiguiente, el famoso Proyecto Radar podría ser catalogado como un proyecto etéreo, sin forma, sin fondo, casi místico, casi parte de un mito que se transmite por voz, de conferencia en conferencia sin un sustento teórico, sin argumentos básicos que validen su existencia y que solamente cumple la función señalada al comienzo de este artículo, la de comunicar con pomposidad que en Chile la ufología sigue trabajando arduamente, de sol a sol y en busca de la prueba tangible e irrefutable para validar no tan solo la real interacción de los OVNIs, sino que también su inteligencia dirigida a los más profundos niveles de nuestra consciencia y percepción. (Lo he escuchado tantas veces, que me lo aprendí de memoria).
Por lo tanto, insto a AION y en especial a Rodrigo Fuenzalida a que revise estos pequeños e importantes puntos de discordia aludidos a Radar, para que de esa forma logre el objetivo establecido en un principio (por ahí por el 1996) y además preponderantemente, pueda su trabajo en propiedad asumir y disfrutar de la categoría de un proyecto de investigación.
Acá en Chile, como somos pocos y nos conocemos tanto, se ha dejado pasar y estar por años estas incongruencias y la sobreexposición de un trabajo discreto, para no denostarlo como mediocre. Y si alguna vez, se expusiera en el extranjero y con el compromiso de mostrar sus asientos y resultados, no necesariamente a ufólogos, sino que a un panel multidisciplinario y académicamente capacitado a un examen metodológico de la investigación, esperamos no pasar una abrumadora vergüenza.

2 comentarios:

  1. Supongo, Rodrigo, que éste es un tópico, y otros análogos, urgente a tratar en el Cónclave.

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  2. He asistido a varias conferencias ufológicas, y me he dado cuenta que en todas se observa lo mismo, sólo fotos y videos, muy de vez en cuando un testimonio. Se nota que en Chile la investigación es muy pobre, tal como la ufología, porque si antes en las diferentes conferencias cobraban por ir a ver las exposiciones se notó que los destinos de esos recursos fueron utilizados en otras cosas y no precisamente en la investigación. Como ahora está de moda "no al lucro" no se de donde van a sacar los recursos para viajar, entrevistar, tomar muestras, etc., o como ellos lo llaman "ir a terreno". Leí en este blog que la ufología clásica llegó a su fin a nivel mundial, parece que Chile no es ajeno a esta realidad y la ufología está en decadencia. Me cuelgo a la pregunta del neoescepticismo...

    Qué pasa si los ufólogos no sirven para nada?

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