sábado, 15 de junio de 2013

LA UNIFICACIÓN DEL ESTUDIO UFOLÓGICO

 Fenómenos extraños en los cielos de nuestro territorio, comienzan a registrarse desde tiempos de la conquista, según lo señala el libro “Historia de la Ufología en Chile” (Ed. Alba 2009), escrito por Juan Guillermo Prado y Luis Altamirano.

Textos de similar contenido, reflejan análogas situaciones en otras latitudes de nuestro país, como es la compilación titulada “OVNI, La búsqueda continúa” (M.L.UTEAU IMPRESOS 2004), escrito por Walter Vera Vera, Eladio Godoy Vera y José Loaiza Cárdenas, con relatos de observaciones en la austral Región de Magallanes, específicamente la Cuidad de Puerto Natales.
Un muy interesante libro, que me costó bastante encontrar pese a que viví cinco años en esa maravillosa región de Chile.

Pero un libro que leí recientemente y que me fue regalado por su autor, a quien agradezco y valoro su dedicatoria, es “Confieso que creo en los OVNIs” (Ed. Maye Ltda. 2013) de Hermógenes Pérez de Arce.

Lo que mancomunan estos textos, sumados a varios otros clásicos de la ufología Chilena, es que su fundamentación se encuentra basada sencillamente en el relato de testigos de fenómenos aéreos anómalos en nuestros cielos.

Por supuesto que en los relatos o testimonios, no pueden sustentar marcos teóricos para elevar de la contextura hipotética un fenómeno del cual conocemos muy poco. Pero si debe hacernos reflexionar que un grupo no menor, entre los cuales hay intelectuales, políticos, científicos, personas comunes y académicos, se han interesado excesivamente en el tema y sobre todo, en plasmar sus vivencias o las de otros cercanos a ellos.

Quizás sea una de las pocas virtudes que disfruta la Ufología por no ser una ciencia, ni siquiera en desarrollo, porque si lo fuese debería obedecer a principios, dogmas, directrices y todo lo que conlleva a que sus estudios se consoliden solamente a círculos bastante cerrados.         
No obstante es un arma de doble filo, porque esa pluralidad en la investigaciones informales, ha permitido la proliferación de inadecuadas figuras mediáticas, las cuales generalmente deambulan por los pasillos de la charlatanería.

Pero asentémonos en las buenas intenciones de quienes han vencido las múltiples barreras propias de la literatura y han plasmado sus experiencias o las de otras personas, para exhibir la inquietud de que efectivamente estamos frente a un atrayente y descollante fenómeno.

Desde sus inicios, el estudio de los OVNIs se moldeó como una grandiosa crónica de acontecimientos y observaciones, donde los fenómenos fueron los protagonistas. Así se elaboro un mapa conceptual de hipótesis, las que lógicamente se sostenían en la más recurrida y anhelada, la extraterrestre (HET).
Pero a lo largo de está década, y con la incursión de otras áreas del conocimiento, diversos estudiosos del fenómeno comenzaron a desarrollar lo que denomino como la Ufología Moderada, que establece un punto medio entre el negacionismo y la investigación especulativa.
Lo habitual, es que el simple relato y la exposición de un testigo sugerían la presencia inmediata de un OVNI y sincrónicamente, la interrelación con una inteligencia exógena asociada al fenómeno denunciado.       
Como reacción, algunos investigadores expandieron los testimonios a contextos propios del entorno y a las evidencias o indicios que avalen lo señalado por los testigos.
El resultado, fue una narración más rica y diversa, sobre todas las implicancias que sostiene la interacción con el fenómeno mismo. Tal cual lo sostiene Nicolás Berasain (Lic. Filosofía).

Por lo tanto, las manifestaciones aéreas anómalas son un hecho concreto y una parte de ellas no tienen una explicación convencional.
Algunas han exhibido una contextura tecnológica y no son prototipos de aeronaves que desarrollen principios fundamentales de aerodinámica convencional. Otras en cambio,  generan perturbaciones electromagnéticas o directamente han sido un peligro para operaciones aéreas en el campo de la aeronáutica.

Entonces la pregunta es simple, ¿Qué son los OVNIs? No lo sé, y no creo que con los antecedentes que hoy existen, podamos responder claramente este cuestionamiento.
Por lo tanto, al no poseer las pruebas suficientes para siquiera clasificar este fenómeno, queda solamente una cosa por hacer y es profundizar adecuadamente en la investigación.

Para la investigación ufológica se requieren tres grandes principios; ESTUDIO, TRABAJO y OBJETIVIDAD,  los cuales se responden en tres preguntas: Qué, Cómo y Para qué.

QUÉ
ESTUDIO
CÓMO
Recopilando la información ya existente, resaltando lo relevante para la formulación de nuevos conceptos.
PARA QUÉ
Es necesario conocer parte importante de la historia ufológica, en el área casuística y en el área de investigaciones previas, para no cometer los errores que hasta hoy tienen consecuencias en el prejuicio del tema y de esa manera además, desarrollar el área cognitiva de los investigadores.  


QUÉ
TRABAJO
CÓMO
Debatiendo, esquematizando y realizando una estandarización de conceptos.
PARA QUÉ
Desarrollar la unificación de criterios apegados a un método de investigación teórico, como los procedimientos de investigación en terreno, desarrollando el área psicomotriz de los investigadores.


QUÉ
OBJETIVIDAD
CÓMO
Apartando el área afectiva, y no siendo parte de un concepto claramente definido por la interacción con un fenómeno anómalo desconocido.
PARA QUÉ
Eliminar la subjetividad en áreas donde la investigación no logre acrecentar el conocimiento necesario para obtener respuestas, impidiendo que los vacíos intelectuales sean cubiertos por el marco especulativo.  

  
 Con estos principios básicos es posible una mejora en el proceso de la información que se obtenga de este fenómeno.

Con estas claras propuestas y haciendo eco al llamado que se ha formulado a través de la Red de Investigación Ovni de Chile (RIOCH), espero poder contribuir a esa inquietud formulada para elevar la investigación del fenómeno más interesante que hoy se sostiene en nuestro entorno.

El único problema que a mi juicio podría enfrentarse, es que se deben soslayar colosales barreras propias de la idiosincrasia del ser humano, es decir, un cúmulo de antivalores que se han exhibido precisamente en el campo ufológico los últimos meses. Si a eso le sumamos que estamos en Chile..... es mejor que la propuesta de RIOCH se apunte a nuevas generaciones.

Quizás lo que verdaderamente hace falta es una buena oxigenación, para eso están las nuevas generaciones y no la vieja escuela.